Puedo estar de parabienes
y sin embargo cada tanto
me pica el bichito de la muerte.
Así dejo de actuar como una pícara gusana
y me transformo
hormiga descarnada
que no le teme
a los elefantes
porque en realidad no le teme a nada.
A nadie.
Aunque sí al silencio.
Y a esos hombrecitos y en sí mismo al proyecto. A la cama. A este ensueño que vive en el recuerdo de aquella boda y aquellos corderos. ¿Inocentes?
Por último sonrío otra vez temerle al silencio.
Y por primera vez: a la palabra.
Dibujos de Sonoio intervenidos por P4.
Videominuto realizado por P4 - con música de Bongiorno.