miércoles, 6 de enero de 2010

Pe nos ya no

No baja la fiebre ni se duermen catarbas, tampoco deja inmóvil la sonsera. De ser siempre la muerte lenta y la polenta veraniega tan llena panzas; será entonces siempre cuestión de clases y poderes.
Vecino de monoblock argumenta el porqué no pisar cabezas. Morocha en favela traza su escultura, entre el templo y la calle, una frontera.
Mientras tanto soldados del norte siguen llegando a suelos colombios y el caribe conoce esos inviernos, fríos de base.
Así la liebre se distrae con los focos,
se encandila, pende de un freno su vida
cada puerta abierta, esa fuga propuesta.
Pe nos ya no escapamos de la tierra,
ya no volvemos silencio este encierro.
Catapultas de esperanzas ciegas. Se entregan a trenzar estrategias, constan así telarañas que no serán transmitidas. Allí se diagraman sin escuadras tejidos subversos que tienen en sí, en su naturaleza, andar por rincones a cuestas.
Sacudones, fundaciones y palpitares con nuevo y viejo emblema.
Algo de todo lo dormido despierta. Y se dispone a

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