domingo, 17 de octubre de 2010

de bodas y carnavales

Como le puede ocurrir a cualquier mortal que se jacte de ser tan permeable como cualquier otro mortal de esos que no se jactan, la mayoría de las veces se me hace confuso entender qué es lo que sucede en el tiempo y la distancia que nos trasciende.

Así es que ando con prudencia y guardo la lata. Aún tengo algún tic de temores sospechosos, recuerdo haberme criado frente a pantallas que viven día y noche realidades de funerales y carcajadas. Sin embargo sigo, con gran resto de esperanza.

Soy hombre en plena tercera infancia y si bien más joven que viejo, sé que no puedo pasarme de la raya; Así es que difícilmente retorne a alguna fiesta de la Vela o al Club Paragua. Difícilmente vuelva a danzar allí mi danza.

Pero ya no me escondo en ningún traje, ni empuño ningún arma, aunque siga siendo -quiera o no- hijo de escafandras. Ya no me enamoro treinta veces cada noche y no me olvido de mis amores en la próxima madrugada.

Así es que pertenezco a un círculo divino tierras dentro, de vientos, bodas y carnavales infernales, que de infiernos reales no tienen nada.
Así, pertenezca o no, mi consuelo es esgrimir con paciencia en la mirada que me gusta llevar esto que llamo una vida ordenada.




Resulta que
detrás de la arritmia y la letra
encontré un mundo equilibrado
de charros y bagualas
de amores dulces que no empalagan
silencios replicas silencios
y otra vez palabras

Enmarañadas, hábiles atigresadas
resucitadas y recitadas palabras parias
palabras de a poco, bien luqueadas
y nada raro más que palabras

Que se proyectan en la víspera
de lo nuestro, de lo propio
así se disponen a ser parte de este lodo.

Pero nunca en secreto - porque eso lo detestan.

1 comentario:

  1. admirable tú vida nueva!!!
    y gracias por el honor de acompañarte
    en esta pampa inmensa

    ResponderEliminar