“Ma, sabías que la mayoría de las cosas que me decís no tienen sentido para mí” afirmó la niña una vez logrado el concilio y su madre al mirarla fijo dijo al oído: “Mejor”
Sin más burocracia, la paz ha regresado al hogar.
“No habrá por hoy -por ahora- broche de oro ni boda”.
En Olascoaga, pequeño pueblo de Bragado, provincia de Buenos Aires, Argentina, vive un cacique o lonko que confiesa sin subirse a ninguna tormenta poder sanar malestares del alma.
Pero lejos de sentirse un semi-deus en el letargo de identidades propias del pasado generó vínculo con el fallido sistema sanitario y ahora, cuando atiende tiene a su bien impartir veredicto. Si la enfermedad es cosa del alma: efectuará imposición de manos, energía terrenal e inminente sanación ancestral.
En cambio si la lesión yace en el cuerpo, derivará a la salita que está a pocos metros o al hospital de la ciudad. Así la doña, el don o sus crías seguirán recuperándose de sus dolencias. Posiblemente para esto, le aplicarán batería de medicina legal, tres veces sellada y verificada.
Y el mapuche no habrá traicionado a nadie.
Es evidente –y si no lo es lo hago presente- que hoy no vine en plan de grandes berrinches, sino tan solo a referir esta historia con la que muchas veces trabajé junto a mis pequeños colegas en los Centros Educativos del Estado (más conocidos como escuelas) y que tiene como protagonista al mencionado cacique Coñequir.
Claro que nada es porquesí. “Estoy cansado pero no vencido/ anestesiado pero no dormido/ Estoy mareado, desalineado… enamorado del árbol caído/ He madrugado lunes y domingos / desesperado por no ser tu abrigo/Estoy ahogado en tu saliva… enamorado del árbol caído./ Cuidaré tu sonrisa y algún día me sonreirás… ” dice un cantar de Aristimuño.
Como muchos otros estoy aquí -en el mundo digo- a mérito y desgracia de todas esas pastillas que consumo cada día. Día por medio, cuando me acuerdo, cuando las necesito o cuando me lo dicen las mujeres y los hombres de la salud.
O estoy, simplemente porque ya las he abandonado.
Alúes.
Ye voy a confesar algo...¿dale? Hay veces que no dejás un sólo resquicio, ni por más mínimo que sea para poder agregar algo (pertinente o impertinente...esto segundo mucho más probable)
ResponderEliminarPero quizás pueda considerar la posibilidad de que existimos, más de una vez, muy a pesar nuestro, con todo traído en los hombros...con todo dejado por los caminos.
Un beso Pastor.
Ah...Aristimuño!!!!
ResponderEliminarcleo cleo!
ResponderEliminarsabe que estoy empezando a considerar que no está del todo bueno no poder dejar "resquicios" para agregar...
Suscribo a su idea de " la posibilidad de que existimos..."!!!
-y cómo se dice, nene?
-gracias por comentar cleo !
-ahora sí, vaya nomás...
salú.
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